Como todos los "proyectos creativos", como diría el filósofo José Antonio Marina, éste empieza también a partir de un estímulo vagamente recordado (una película francesa de 1937 y una canción americana) que se convierte en un torrente de recuerdos eróticos y carnales revividos ahora por una mujer mayor.
Kerstin recuerda a sus amantes, y no a los amantes que tuvo en su juventud, que a las lolitas todo se les perdona, sino a los que encontró cuando ella tenía más de 40 años, se había casado varias veces y tenía hijos ya mayores, un frenesí sexual al que se entrega con la excusa de olvidar al único hombre del que estuvo enamorada (¿o fueron varios?).
Me parece una apuesta valiente, en la que una mujer habla abiertamente de sus relaciones sexuales, desprovistas de cualquier atisbo de cortejo galante (vamos, lo que en Hollywood sería un putón o una intelectual amargada y comunista devora hombres, lo peor de lo peor). Una especie de Henry Miller o William Burroughs en femenino, pero con una escritura menos alucinógena y más elegante, más terrenal y sentida (u obsesiva y neurótica, que quizá venga a ser lo mismo).
Kerstin nos resume una vida dirigida casi exclusivamente por sus pulsiones sexuales, algo de lo que parece avergonzarse por momentos: "...siempre hay taxis disponibles para mujeres como yo", y es que parece que la protagonista acepta con cierta culpabilidad, que le viene de una remota moral cristiana, su condición de mujer "liberal" (en el sentido reprobatorio que los burgueses dan a la palabra), con su cuerpo ávido de caricias, de líquidos genitales, ávido de sensaciones, aunque tenga 45, 55, 65 años.

Recibido en préstamo de tinta-china. El título es muy sugerente. A ver qué tal resulta...

Y cómo olvidarlos si un par de ellos son los grandes amores de su vida y a los demás que busca para olvidar a los que la marcaron de verdad, los recuerda por lo mismo. Es una mezcla curiosa de romanticismo y realismo, porque esta mujer es una kamikaze de las emociones, se entrega por completo y no duda en relatar con sinceridad hacia los demás y sobre todo a sí misma todo lo que da y todo lo que pierde, asumiendo que ésa es ella, y ésa es su vida, por más que a veces como señala tinta-china, muestre esa culpabilidad herencia de su educación religiosa.
Y lo más valiente, lo más admirable desde mi punto de vista es el mostrar la sexualidad de una mujer y además madura, que ejerce con total libertal al margen de lo que se espera siempre de una mujer y sobre todo cuando pasa de los 40 y de los 50:
"A ver, conviene que estéis al corriente de la situación inicial. Yo era una mujer sueca de cincuenta y nueve años que se había fugado de un hospital psiquiátrico de su país donde pretendían reciclarla para que abandonase el erotismo y los amoríos y adquiriese el sentido de la importancia de la cultura y de lo maravilloso que es cuidar de los nietos. Simplemente tenía que aprender que para ella había llegado el momento de despedirse de los besos y las caricias, pero que hay otros valores en la vida, ¿no es cierto?".
Chapeau por ella, y porque todos esos amantes que recuerda eran mucho más jóvenes...
Gracias a tinta-china por prestármelo. Me ha encantado.

RELEASE NOTES:

Se lo devuelvo a Tinta-China. Gracias por el préstamo.