"Año 2015. El proyecto Poliketo, financiado por el multimillonario Adrian Bellington, descubre en el lecho de la cordillera Dorsal del Atlántico Norte una misteriosa nao española hundida a principios del siglo XVI.

En el otro extremo de una línea espacio-tiempo, el Laboratorio Militar KLT-345 Orlando de la Quinta Flota Aeroespacial de la Confederación Mundial es atacado en el año 2077 por una cruel raza alienígena dispuesta a exterminar a la humanidad.

Dos sucesos cuyos horizontes parecen diluirse en la inmensidad del cosmos, pero que la cuántica y los avances en la investigación científica trasladarán a un nuevo escenario, la ciudad de Nueva York, como campo de batalla en el año 2023. Arnold Jackson, inspector de Delitos contra la Propiedad, y Samuel Bennet, agente especial del FBI, emprenderán una carrera contrarreloj por esclarecer un caso de robo en el Museo de Historia Natural. Lo que no alcanzan a imaginar es que sus vidas puedan resultar meras partículas insignificantes en la delgada línea entre la ética y la supervivencia del ser humano."

Compré este libro en la Feria del Libro de Sevilla, en el stand de la editorial, y prácticamente me comprometí a dar mi opinión sobre él tras charlar con el chico que me atendió, quien me enseñó el tráiler del libro (cosa que nunca he conseguido entender ni me ha llamado la atención) y me dijo que la obra optaba a un premio de ciencia ficción del que nunca había oído hablar. Cuando repuse que si me sacas del Locus, el Hugo y el Nebula no sabía nada de premios de ciencia ficción o fantasía, repuso que yo hacía referencia a premios americanos, que nada tenían que ver, así que decidí darle una oportunidad y ver qué se premia en Europa. La calidad literaria no es lo que se premia, desde luego.

No voy a entrar en desgranar los pros y los contras que haya podido encontrar en el argumento, pero estamos ante un personaje que silabea "Cris" (y a ver cómo coño se silabea un monosílabo) y cuyos ojos crepitan de furia (sí, sus ojos hacen ruido). Da la impresión de que el autor quiere maravillarnos con su domino del lenguaje pero que realmente no sabe qué significa las palabras que emplea. Cuando veo el listado de premios que tiene en su haber el autor, concluyo que esto que ahora procedo a liberar fue el producto de una tarde muy, muy mala, o no se explica.

Entre las nueve y las nueve y media de la mañana dejaré este libro en la Glorieta de Rodríguez Marín, en la Plaza de América del Parque de María Luisa, del lado del Museo de Artes y Costumbres Populares.